lunes, 28 de enero de 2008

ANIMANATURALIS

He leído en ADN que Animanaturalis ha hecho la quinta protesta desnuda en contra del uso de las pieles animales. Una embarazada avanzada se ha pasado los 30 minutos temblando y un señor ya mayor se ha tenido que ir porque tiene bronquitis. Mermelada de fresa simulando la carne ensangrentada.
Desde luego hay que tener arrestos para hacer esto. Por la desnudez, por el frío, por el dolor que está representando.
Y pensando sobre esto me cuestiono muchas cosas de la conducta humana. Esto es efecto del virus, por supuesto. Animanaturalis además propugna el vegeterianismo estricto al que llaman veganismo. Afirman que las plantas no sienten nada porque no tienen sistema nervioso y por eso podemos comerlas tranquilos. ¿Por qué comemos carne? Seguramente porque es necesaria, digan lo que digan los vegetarianos, ya que a través de su proteína podemos crecer y reparar los tejidos internamente. La carne es como los ladrillos, sin ellos no hay casa. Por costumbre, esto también. Por gusto, porque la carne es sabrosa.
Los espiritualistas -que no espiritistas- afirman que al comer la carne asesinada introyectamos la violencia y que por eso la raza humana es violenta.
Bueno, a mi la carne en general no me gusta. A veces, está rica sobre todo por cambiar de sabores. A mí, la verdura no me sienta bien, no puedo apenas comer, y eso que me gusta el sabor de casi todas las clases de verdura. No puedo tomar cereales, porque tampoco los asimilo bien. Sólo algunas frutas y hortalizas, huevos y poca cosa más. O sea que yo ni carnívora, ni vegetariana, ni frutícola, ni ná de ná. Yo siempre he dicho que como mejor estoy es sin comer. Pero tengo este vicio, sino como me acabaré muriendo. Me encantaría que ya estuvieran al uso las pastillas alimenticias: hora de comer, un par o tres de pastillas y nutrientes adentro. Luego un buen café -eso sí, el café me sienta de maravilla- y p'alante.
Digo yo que las personas somos bien variadas, y todo lo que sean radicalismos se dejan a la mitad fuera del saco.
Yo creo que, como los pueblos primitivos, hay que dar las gracias a los alimentos porque son ellos los que nos permiten seguir vivos. Creo que hay que darles una vida y una muerte dignas a los seres vivos que son nuestro alimento. Hay que multar con cantidades enormes a las personas, grupos y entidades que no lo hagan así: a los cazadores furtivos, a los que trafican con especies en peligro de extinción, a los transportistas que trasladan al ganado en condiciones deplorables, a las granjas masificadas, a los que hacen foie torturando a las pobres ocas.
Hay que educar a las personas para que consuman racionalmente los alimentos y no se desperdicien en las basuras y estercoleros, cuando hay no se cuantos niños que mueren cada minuto por inanición.
Hay que aprender a ser respetuosos con la naturaleza, con los seres vivos, con las plantas, y con las personas. Pero parece que somos alumnos díscolos y no aprendemos ni a palos.
Yo no comulgo con teorías radicales porque sé que las personas somos diferentes y además es así como ha de ser. Pero admiro a los que como Animanaturalis se arriesgan y están comprometidos con sus ideas. Eso sí debemos imitarlo. ¿Estamos comprometidos con nuestras ideas? ¿Nos arriesgamos? ¿O permanecemos impasibles en la dulce pseudoinconsciencia de la cotidianidad banal?
El Virus, intentando acostumbrarse al té

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