lunes, 29 de junio de 2009

CAMBIO CLIMATICO

Hoy he leído varios artículos sobre el cambio climático y lo que hacen los gobiernos al respecto.
Es vergonzoso. Las energías renovables no son la panacea cuando se acabe el petróleo. No serán suficientes. Las emisiones de CO2 se siguen vendiendo bajo mano. Los ayuntamientos hacen caso omiso, o peor, olvidan las Agendas21. Los individuos siguen generando toneladas de basura por año. Siguen sin respeto al equilibrio natural y aún más deplorable, les hacen de modelo a sus hijos que serán los que mañana habrán de conducir el mundo.
Hace años me preguntaba si me arrepentiría de no haber tenido hijos.
Ahora sé mejor la respuesta: por el mundo que les tocará vivir, mejor que sigan en el limbo.
Hace tanto tiempo que se vienen anunciando los peligros, que pasará como en el cuento del lobo: no se hace caso y cuando el lobo esté aquí...ya será tarde para retormar la situación.
Me pregunto si la especie humana no es una desviación de la evolución, y lo mejor para la vida será que nos extingamos, ahogados y abarrotados de detritus y de errores.
La impotencia late con brío en mi pecho, ¿qué hacer?
Mantengo al máximo de mis posibilidades el ahorro energético, reciclo absolutamente todo, participo en foros de ecología y medio ambiente, y no hago más porque las horas del día ya se han terminado.
Conozco a muchas, pero muchas personas que están concienciadas, y hacen todo lo que pueden para despertar a los demás.
Pero no llegamos a nada, porque los gobiernos y los poderosos son sordos e inconmovibles.
Si además, le sumamos la deficitaria política que en casi todos los países gobierna, la pobreza que lentamente va avanzando y ganando terreno, la enfermedad, que aqueja de nuevas maneras y a más gente... ¿esto es el mundo o la sombra del mundo?
Pensamiento global y acción local, dice una frase.
De acuerdo. El planeta es uno solo. Las acciones, individuales. Pero estas acciones ¿tendrán que ser contundes, si acaso violentas?
Los sordos, ¿dejaran de serlo si se asustan?
Cuestiones insondables para una pobre ciudadana de a pie, mujer y Pyme.


domingo, 28 de junio de 2009

Cambio, cambiar, ¿cambiaré?


La vida cambia permanentemente. Nada vivo está quieto. Y sin embargo, ¡cómo deseamos que algunas cosas no cambien! Un contrasentido ¿no es así? Este es uno de los caballos de batalla de los humanos: danzar con elegancia de una contradicción a otra, sin morir en el intento.



El otro, aprender a convivir con los miedos que nos rodean e invaden hasta el fondo de nuestro ser.



Quiero cambiar de trabajo porque no me siento a gusto, dicen muchos, pero ahora con esta crisis... Y siguen aguantándose las ganas, el estrés, la falta de alegría, la insatisfacción. Además, creen que es inteligente hacer esto ahora. Pero no, no lo es. Porque la razón de quedarse inmóviles resistiendo un chaparrón, que en algunos casos dura ya años, no es la agudeza de actuar en el momento propicio, sino el miedo al cambio.



Éste es natural, nace de la prudencia ante los retos de la vida. Pero también es natural no hacerle más caso del necesario.



La vida es mucho más corta de lo que nos obstinamos en creer y desperdiciar no días o meses, sino minutos, es un comportamiento habitual pero tóxico.



Se trata de cambiar el paradigma de hacer para tener, por el de SER.



Una vez Uno es, hacer y tener vienen como consecuencia.



El problema aparece aquí ¿ser? ¿qué es ser? ¿quién soy yo?






Ser es sentirse vivo, sentir-se.



Ser es pensar lo mejor sobre mí y sobre lo que me ocurre.



Ser es ser leal a lo que siento, ya que lo que siento siempre es real y apropiado (sí, aunque lo que sienta sea rabia, o envidia o celos o incluso odio)



Ser es estar centrado en el ahora mismo sin dejarme seducir por el futuro o el pasado o los dramas o los desasosiegos o mis fantasías favoritas.



Ser es fluir con el ahora, dejarme llevar por la intuición.



Ser es consciencia de mis talentos y mis limitaciones y utilizarlas para alcanzar la excelencia, que no es otra cosa que ser más yo mismo.



Ser es saber que deseo y estar dispuesto a vivirlo.



Ser es aprender a amarme y a dejarme amar, y amar a otros.



Ser es acción, ya sea movernos para caminar hacia donde deseamos, ya sea aquietarnos y conectar con el centro de nuestro corazón.






Sí, aceptemos el cambio.



Cambiar es elegante, estimulante, vibrante.



Confiemos en nosotros mismos y en el proceso de la vida para hacer que el cambio sea natural en nuestra cotidianidad, que lo disfrutemos, que aprendamos de él, que lo hagamos nuestro.



Entonces, quizás, ya no le tengamos miedo y podamos progresar en nuestra evolución como personas y admitir que la meta no es el llegar, sino andar por el camino mientras somos de verdad.



El virus, encantado de existir