domingo, 30 de diciembre de 2007

AÑO NUEVO, VIDA NUEVA


Ya ha pasado otro año.

Visto en perspectiva, ha sido como un soplo, zum, ya pasó.

Visto en análisis, ha sido lento, duro, empinado, doloroso.

Ha sido como una gripe: ahora que se acaba, ¡qué descanso!, pero mientras duraba ¡qué tormento!

La esperanza dicen que es lo último que se pierde. Por eso, ahora que se abre la expectativa de un nuevo año -cronólogico, porque el año no sólo empieza en enero- resurge con fuerza y nos impulsa a desear mejor, más, otra vez. Nos renueva las ilusiones, la energía, el deseo.

Bendita esperanza que nos nutre de motivación.

Pero con esperanza sólo, no hacemos nada.

Hace falta además la voluntad imparable de alcanzar lo deseado, que se traduce en la compañera perfecta de la esperanza, la Acción.

Actuar ahora -no mañana- desde una actitud firme y clara. Si sabemos lo que queremos, podemos buscar las formas de conseguirlo. Una vez halladas, nos hemos de poner con todo nuestro ser a accionar.

Recordando que la omisión de pequeñas acciones -por descuido, por vagancia- más adelante nos explotarán en la cara. Hay que llamar a aquel amigo o amiga del que hace tiempo no sabemos nada. Pagar aquella suscripción o recibo que hemos postergado. Ordenar los papeles, esos que se amontonan en una caja. Tirar esos cachivaches que ocupan sitio y amontonan polvo. Atrevernos y apuntarnos al gimnasio o a clases de saxo o tirarnos en paracaídas o escribir en un periódico...

Las cosas resultan exactamente cómo las hacemos. No podemos culpar a nadie -ni a nosotros mismos-, creamos nuestra vida a cada instante.

El virus malicioso de la consciencia nos abofetea para despertarnos del sueño de la opacidad.

Bye